El site specific Revolución está construido con trescientos seis módulos idénticos de acero inoxidable de acabado pulido espejo que se articulan y modifican de acuerdo a la manipulación del artista.
Las piezas están modeladas en 3D, cortadas con láser, troqueladas y dobladas a mano. Mediante la distorsión del volumen la obra será activada periódicamente para intensificar su sentido performativo y mutable, por lo que la pieza original no será la misma durante la exposición. De esta manera, la seriación de la forma, que impera en todas las obras de Poggio, se volverá a reiterar en esta instalación.
La relación con la obra de Lygia Clark (Brasil, 1920-1988) es ineludible. Como la escultura es transformable, podríamos relacionarla con la idea de obra mutante que desarrolló Clark en su serie Bichos de los sesenta, realizada con segmentos articulados de aluminio. A diferencia de Clark, en este caso, no se trata de formas orgánicas, porque Poggio utiliza dos pirámides invertidas y, además, solo el artista es quien puede manipularlas. No obstante, sigue la misma propuesta de trabajo, la de modificar al objeto para convertirlo en un “no objeto” –algo no necesariamente útil- como postulaban los principios del neoconcretismo brasilero.
El diseño implica que la escultura gire sobre su eje a través de un motor, por lo que la obra se convierte en cinética debido a un movimiento mecánico. Aquí encontramos múltiples referencias de artistas argentinos como Eduardo Rodríguez o Martha Botto que, entre otros, generaron obras con algún sistema para impulsar el movimiento.
La escala -270 centímetros de alto por 200 centímetros de ancho- induce al visitante a desplazarse en 360°. De este modo, un tercer movimiento, aunque circunstancial, se asocia a los de rotación y manipulación para incrementar el dinamismo. Es lo que ocurre con las instalaciones de Julio Le Parc, en las que se pretende una relación participativa por parte del espectador.
La dimensión de la pieza provoca un condicionamiento técnico en el diseño de la obra, ya que se precisa de un sistema de sujeción acorde a la infraestructura del espacio y que resista 147 kilos de peso.
El efecto del pulido espejo genera que tanto la iluminación artificial como la natural impacten en el acero inoxidable y provoquen, por un lado, reflejos, y por otro, destellos, en el interior del pabellón anexo del Museo de la Arquitectura y en el paisaje exterior, ya que algunos logran trascender las paredes de vidrio. Cuando hablamos del acero inoxidable pulido, sobre todo en el espacio público y a gran escala, es inevitable pensar en las obras de Anish Kapoor y Jeff Koons.
En Argentina, quizás sea la escultura Floralis Genérica (2002) de Eduardo Catalano (1917-2010), emplazada en la avenida Figueroa Alcorta, dentro de la Plaza de las Naciones Unidas, la más popular de estas características. Otros artistas que han realizado trabajos con este mismo material son Raúl Pájaro Gómez (1946) con obras en varias ciudades, Beatriz García Huertas con una escultura recientemente inaugurada en la explanada del
Museo Franklin Rawson de San Juan, y algunas piezas de Alicia Penalba ( 1 9 1 3 - 1982), María Boneo (1959), Viviana Zargón (1968) y Ramiro Oller (1982), por solo mencionar algunos.
Indudablemente, Fernando Poggio combina en esta escultura el potencial intrínseco del site-specific con la versatilidad del diseño industrial para cuestionar las ideas de forma y dinamismo, a través de uno de los materiales más complejos para la escultura a gran escala.