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El sello de Fernando Poggio es el aluminio. Lo investiga hace años y cada vez le saca más jugo al material.

El diseñador industrial obtuvo el Sello de Buen Diseño, y fue seleccionado por el Plan Nacional de Diseño y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional para participar de un plan piloto: Exportar Buen Diseño. Junto a un puñado de seis empresas también distinguidas, se conformó un consorcio de exportación que se capacitará para obtener y desarrollar capacidades estratégicas. Que los productos crucen el charco con los papeles en regla es la misión. Y Poggio está entre los postulantes.



Mientras tanto, sigue innovando. El último desarrollo fue para Nespresso, a partir de cápsulas recicladas: “Se trata de una bandeja de aluminio reciclado que se encuentra a la venta, y la recaudación está destinada a colaborar con emprendimientos sociales”, señala el diseñador y artista plástico, cuyo primer contacto con el aluminio fue en el taller metalúrgico de la familia. Allí, en territorio propio, empezó a experimentar con materiales y procesos, piezas y productos.

Volviendo a las raíces, Poggio explica las claves de la línea Paleo, otro de los últimos lanzamientos: “Es un desarrollo experimental, realizado a partir del trabajo en bruto del metal, que permitió lograr piezas únicas con un carácter crudo y primitivo”. Esta familia está compuesta por floreros altos y bajos, bandejas reversibles, portalápices, portapapeles, porta-iPad y bandeja portaclips. “Las piezas son como cristales metálicos extraídos del centro de la tierra. Nos transportan a lo ancestral, atravesados por lo que vendrá. Juegan con la dicotomía entre lo prehistórico y lo ultra hightech, en un puente que une morfología y tecnología”, admite Poggio.

En el otro extremo, se ubica el banco Wave, de formas suaves y continuas, que propone un contraste entre la transparencia y la opacidad, lo oculto y lo intuido. “El banco cose el terreno con un hilo metálico. Se da paso generando un surco propio, es dinámico y lúdico, se adapta a diferentes espacios, tanto interiores como públicos”, agrega el diseñador.

En plan de generar texturas y sensaciones de contraste, nació el divisor de ambientes Nest, que separa y conecta al mismo tiempo. El biombo de aluminio “interactúa, juega con la transparencia, las superposiciones, las retículas y lo orgánico. Nos envuelve de sentidos, colores, formas y volúmenes. Crea y transiciona”, define el autor, identificado ya, en el sector, como uno de los que mejor trabaja el aluminio anodizado. Con el tiempo, las virtudes del material que proviene de energías renovables, ganó terreno en el campo de lo sustentable y amigable con el medio ambiente. La investigación material que encaró Poggio con este metal de características precisas lo llevó a desarrollar un procedimiento para darle color durante el proceso de anodizado, a partir de la tintura.

En tren de sumar tecnología, Poggio se volcó a la impresión 3D, el corte láser y el corte mecanizado, con tres y cuatro ejes.

Si bien el aluminio es el protagonista indiscutido de sus creaciones, Fernando Poggio también utiliza acero, vidrio, madera, resina poliéster, goma, entre otros. El mix de texturas se aprecia en la chaise longue Quenko, que a partir de sus líneas envolventes combina la estructura de aluminio con tejidos de tiento entrelazados y sólidas tiras de cuero crudo.

Fusión de materiales, formas orgánicas y procesos creativos, el sello de Poggio.



Por Vivian Urfeig